Shang Palace, ubicado en el emblemático Shangri-La Hotel de París, es un refugio de elegancia discreta y lujo sublime. Desde el momento en que entro al restaurante, me siento transportado a un espacio donde la sofisticación se fusiona con la serenidad. Aquí, la cocina china se reinventa bajo la dirección del chef Tony Xu, quien ha logrado, con su maestría y su respeto por la tradición, crear una propuesta única que ha sido galardonada con una estrella Michelin. En sus manos, los sabores milenarios de China se encuentran con la modernidad, mientras la influencia francesa se integra con sutileza en cada plato.

La experiencia comienza con una fresca ensalada de ice plant acompañada de una suave salsa de sésamo. Al probarla, el crujir de las hojas da paso a una sensación de frescura y ligereza, que se complementa a la perfección con la suavidad de la salsa. Es una entrada que despierta los sentidos, invitando a continuar el viaje gastronómico con una sensación de equilibrio y sutileza.
Uno de los momentos más destacados de la comida es el bocado de los dumplings de langosta azul al vapor. La fragancia de la langosta, delicada y sabrosa, se fusiona perfectamente con la textura ligera de la masa, creando una sensación de pureza y sofisticación. Es un plato que muestra la atención al detalle en la preparación, destacando la calidad de los ingredientes y la precisión de la técnica.

El plato que realmente marca la diferencia es el foie gras agridulce, un ejemplo de la audaz fusión entre la refinada cocina francesa y la complejidad de los sabores chinos. La suavidad y cremosidad del foie gras se ve transformada por una capa agridulce que le otorga una profundidad inesperada. Este plato no es solo un manjar, es una declaración de lo que Shang Palace representa: una celebración de la tradición con una visión moderna y arriesgada.
El pato Pekín, uno de los platos más emblemáticos de la cocina china, es preparado con una precisión impecable. Rostizado a la perfección y servido con hojas crujientes de lechuga, cada bocado es un deleite. Acompañando al pato, el arroz frito con langosta y espárragos se convierte en un plato reconfortante y sofisticado, donde los granos de arroz perfectamente salteados se mezclan con la suavidad de la langosta y la frescura de los espárragos, creando una armonía de texturas que resulta tanto casera como elevada.


Cada plato en Shang Palace es un viaje sensorial que juega con las texturas y los sabores de manera única, ofreciendo una experiencia compleja pero reconfortante. Para acompañar esta travesía culinaria, los tés chinos seleccionados son el complemento perfecto. El Pu Erh, con su sabor terroso y profundo, y el Jasmine, delicado y fragante, enriquecen los sabores de los platos y aportan una dimensión adicional a la experiencia.

Shang Palace es un puente entre la tradición y la innovación, una celebración del mestizaje cultural que combina lo mejor de dos mundos culinarios. En este espacio, la gastronomía cuenta historias y despierta emociones, invitando a cada comensal a explorar y saborear un arte que trasciende el tiempo.

El Shangri-La Paris, que alberga este santuario gastronómico, es un lugar donde la opulencia se encuentra con la calma. Este antiguo palacio de principios del siglo XX, con su arquitectura clásica y sus vistas impresionantes de la Torre Eiffel, ofrece una atmósfera de elegancia atemporal. Cada rincón, desde los jardines hasta los salones, transmite una sensación de paz y hospitalidad que hace que la experiencia en Shang Palace sea aún más memorable. Este es un lugar donde la gastronomía se convierte en una verdadera obra de arte, disfrutada con todos los sentidos.
SHANGRI-LA PARIS
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