La historia atesora a los personajes que se han ganado un sitio en ella, producto de sus hazañas. Tal es el caso del rey Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico, así como del prolífico pintor Tiziano, ambos convertidos en una mutua leyenda. El rey por sus victorias en los campos de batalla, el pintor, por inmortalizarlo con grácil belleza artística como un jinete victorioso sobre los campos de Europa.
Son estas cualidades las que representan la fuerza y la elegancia del brandy Carlos I, orgulloso representante de los 200 años de historia de la empresa española Osborne. Es un brandy que refleja la experiencia acumulada y que con el paso del tiempo se ha vuelto una tradición, en un estandarte de las dinastías vinícolas más respetadas y conocidas.
Su nombre nació del descubrimiento de unas misteriosas barricas abandonadas en una bodega en 1889, cuyo exquisito sabor fue comparado con el gran conquistador ecuestre. A partir de entonces, la imagen plasmada por Tiziano ha sido el logo representativo de la marca, denotando la nobleza de sus cualidades y la admiración que inspira. Así como la pintura es una de las grandes joyas del Museo del Prado, el brandy Carlos I es un tesoro del sabor.
Tal es su grandeza que el tiene el reconocimiento de pertenecer al exclusivo grupo de brandies Premium de nivel Internacional. Es un clásico que preserva las técnicas artesanales en su producción, cuidadosas y tranquilas de mano de los maestros destiladores, a la vez que incorpora en su espíritu la vida cosmopolita y moderna del hombre actual.
Gallardo y poderoso como el rey, las cualidades del brandy nacen de la mezcla de los vinos añejos al descender desde las Criaderas hasta la Solera. A la vista presenta un color ámbar profundo salpicado por atrevidos toques dorados, intensamente aromático con notas a vainilla y cacao, logrando una boca persistente, equilibrada y compleja, demostrando porqué es una bebida de reyes.