La Quilla de La Naval, restaurante, un verdadero navío que une dos continentes gastronómicos: Europa y América. Navegar por sus sabores y vinos del Portugal, o Cataluña, todo  España y Francia,  cada mes un nuevo país vinícola en las sugerencias, concede al comensal la agonía del disfrute en el salón que une la cocina y la terraza, verdadero coctel para soleados días o frías noches invernales de este naciente año bisiesto y año del dragón chino: 2024.

Un ejército de camareros muy amables y cordiales sueltan cuál consigna los preferidos del mes, las recomendaciones de una amplia carta de cocina ibérica bañada del calor mexicano: así llegan a la mesa las aceitunas aliñadas  presentadas en  ingeniosa fila india, el salmón ahumado, boquerones,  los rabioles y sus tapas frías y calientes.  

Las manzanillas cual aperitivo, el tinto del Portugal, ese trozo de tierra que engendra estupendos vinos, poco conocidos, para sorpresa de los paladares que todavía no se han arriesgado a navegar en La Quilla y han dejado al capitán la decisión de desembarcar en uno de sus múltiples ríos y puertos. 

Si todos sus vinos fueran oportos, y si todo puerto fuera Lisboa. Arribar a los sabores de Sevilla o al puerto gaditano de Cádiz, por una manzanilla.   

Una Tabla de quesos premium, la Terrina de foie y su pan Amb Tomaquet. Para abrir la tarde noche del tapeo en el corazón del barrio más cosmopolita de la ciudad,  la Condesa.  

En este conclave que otrora confluyera con el restaurante Rioma, hoy desaparecido pero que mantiene su espectacular muy años cincuenta,  a unos pasos de La Quilla, donde Mario (Rioma) Moreno creara sus puntas de filete a la Cantinflas a unos pasos del Parque México y en esa esquina entre  las avenidas Insurgentes y Michoacán, que se ha convertido en vértice de ciudades para los metrosexuales, intelectuales y filósofos de ocasión, así como bellas artistas de ambos continentes.

La Quilla tuvo un largo parto para aquellos que hemos abrevado de las cavas de La Naval y de sus sommelier´s que por décadas han conducido a exigentes paladares por las zonas vinícolas del viejo y nuevo mundo, para muchos la mejor cava de México.

Pues bien, la creación de este espacio gastronómico llevo una ingeniería que tuvo en cuenta dos aspectos: salón familiar mirando a la cava y un gran tonel de 500 litros de manzanilla, un espectáculo que invita disfrutar de la connivencia gastronómica.

Y, claro, la terraza, con el entretenido desfile de amazonas del mundo y turistas en sus  recorridos por el mundo arquitectónico del Art Deco: el salón, la cocina a espaldas de la charcutería y de frente al salón la cantina más grande de entre ciudades con sus mil vinos y bebidas dispuestas. Unidad  esencial e icónico espacio  para cualquier centro de restauración.  

Entre sus tapas calientes la chistorra a la sidra, clásico entre los clásicos, las patatas bravas infaltables, la sobrasada con miel y piñones, el pulpo a la gallega y los montaditos de pulpo.  La tarde va tomando color y los puertos restauranteros conducen a la Andalucía, Madrid, Centro de México, el mediterráneo mexicano muy caribeño con el calor de la primavera ya a la vista.

EL RABO DEL TORO
Llega a la mesa un plato que une dos continentes: el puerto de Sevilla, donde nació este manjar mestizo que requiere de horas de preparación y marinado en tinto, especias y el toque nacional del chef de La Quilla que ha impuesto El Rabo de Toro como una joya que nos deja a punto del naufragio embriagador.

Los huevos rotos con gulas, la morcilla de arroz con piperada caramelizada, y el lomo de cerdo con pimentón de la Vera, para abrir boca con un cóctel a base de mezcal o un clásico de la coctelería con la experta mano del bartender de La Quilla.

Entre las sopas la valenciana o catalana Suquet de Peix y la sopa de tomate rostizado resultan muy puntuales para los platos fuertes, las especialidades: Sábados y domingos, la famosa paella mixta, receta de una vieja y querida conocida de La Naval que la hizo famosa y que ha sido insuperable, créanme. 

Los Miércoles, el arroz negro con alioli, los jueves la bárbara fabada asturiana, cada vez más difícil de encontrar y los viernes el Fideúa catalán,  así como los canelones barceloneses

Bacalao sanfaina, la carrillera de cerdo, albóndigas con sepia y guisantes, los callos a la andaluza y la butifarra con alubias y alioli

Todo para llegar al Rabo de toro, el pretexto de pernoctar en este puerto de La Quilla de La Naval, cual marinero de siete mares y un solo Rabo de Toro.

De los bocatas hay que detenerse en la catalana, la española, la neoyorkina y la salmantina

Y como dijera el poeta alemán Goethe, todo para hacer una ensalada y tapear con amor en la amistad, pues cierta magia atañe a La Quilla, surge la conversación  y la convergencia gourmet y vinícola, y suele ser divertido la alegría que otorga una buena y acertada tapa.  Muchos restaurantes y bares de tapas se han creado y fracasado en su intento por hacer de las tapas mexicanas un acontecimiento, La Quilla lo ha logrado.

LA NAVAL | LA QUILLA
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APASIONADO DEL BUEN VIVIR