Si hay un chef comprometido con sus principios profesionales y su gran pasión en la vida que es cocinar, ese es Alex Branch.
Con una propuesta de cocina interesante, creativa, e inspirada en el entorno mediterráneo y costas aledañas a los territorios del norte de Africa y Medio Oriente que se fusionan con el Occidente, nos recibe en su restaurante NAO CABO ubicado en Market, un pequeño complejo comercial en el corredor turístico de Los Cabos muy cercano al perímetro de San José del Cabo, para iniciar un recorrido en sabores, sensaciones y experiencias de diversos orígenes y rasgos culturales.
Su proyecto culinario está basado en el empleo de especias, condimentos y secretos culinarios que se fusionan orgánicamente con ingredientes de la región, provenientes en mayoría de huertos, productores y la pesca local.
Alex sorprende con una selección de recetas interpretadas con destreza, así como técnicas aprendidas y experimentadas a lo largo de una brillante trayectoria desde sus comienzos en la escena culinaria, al tener oportunidad de trabajar y aprender al lado de celebridades de los fogones como Mónica Patiño.
Posteriormente, su actividad se extendió a baluartes reconocidos en gastronomía hotelera, como Capella Pedregal de Waldorf Astoria, el restaurante Manta en The Cape del Thompson de Los Cabos, One & Only Palmilla y el grupo Hakkasan, para luego unirse como consultor de la operación de cocina de Acre y programas de granja orgánica, villas y otros tantos. Esto le permitió fincarse una visión amplia sobre las expectativas del público de ese particular destino conforme a niveles de variedad y satisfacción gastronómica.
CRISOL CULINARIO
Tal y como el propio nombre del restaurante implica, su inspiración fue la legendaria Nao, embarcación que atravesaba los mares llevando y trayendo especias exóticas, ingredientes desconocidos y un sinfín de mercancías que unieron a pueblos y tierras lejanas para sumarse y asimilarse. Respetando la tradición envuelta en cada receta original, Branch introduce innovación en cada una de sus creaciones, mezclando la cocina y la cultura con un acento cosmopolita.
Por otra parte, la fisonomía e interiorismo del local nos transporta a esas blancas construcciones a lo largo y ancho de puertos e islas mediterráneas, que juegan con lienzos luminosos y texturas simplemente orgánicas en ladrillo y terrazo blanco. Una amplia terraza permite gozar de impecables atardeceres y sentir esa conexión entre la tierra y el mar que se produce al desaparecer el último aliento del sol.
Pasamos a la parte fundamental de toda la experiencia, hablando sobre una variedad de platillos que encontramos en un menú donde ‘lo simple siempre será lo mejor’, según las propias palabras de nuestro anfitrión, quien destaca presentando creaciones sencillas y a la vez audaces, que se atreven a generar una comunión entre las esencias originales de cada platillo.
EL MENU
Todo empieza con un listado donde es difícil escoger, ya que todo se antoja, desde un hummus muy al estilo Beirut con ajo confitado, toque de miel, za’atar y piñones tostados para abrir boca, con pitas hechas al momento; un clásico mediterráneo como la ensalada griega con un gelée cítrico que le hace todo el sentido al plato, o en su caso, la de pepino persa con tzatziki, romesco de almendra, limón real y nuez pecana con especias.
Pero la mayor sorpresa al iniciar mi cena, indudablemente fueron las costillas de elote, algo sensacional y lleno de originalidad aderezadas con un cremoso de maní hindú, limón preservado y sumac.
No pueden faltar las pastas fresquísimas y hechas a mano, entre ellas, los gnochi con mantequilla avellanada, perejil y el más auténtico parmigiano reggiano, son punto y aparte, así como su versión de la típica receta Cacio e Pepe con agnolotti de manakeesh de cordero.
En fuertes, imperdible es el pollo Magreb con berenjena rostizada, tahini, tzatziki y encurtidos; la pesca isolana de la que me tocó con suerte un delicioso róbalo con papas rostizadas, aceitunas Kalamata, tomates heirloom baby y limón. Otro acierto son sus camarones enteros a la parrilla con zanahorias orgánicas, sumac y salsa zhoug yemenita; en carnes el new york strip sous-vide acompañado de un puré de cebolla y ostión humado con setas, pancetta y gastrique de pimientos con brandy.
Y para un grand finale nada como un baklava con su generosa miel, crema batida y pistache o los plátanos brulée con crema fresca, moras maceradas y panal de miel.
Sinceramente, visitar Nao ha sido una de las más grandes y afortunadas aventuras culinarias que me tocó vivir recientemente en Los Cabos.
La creatividad a flor de piel de Alex Branch es evidente y representa a esta nueva generación de talentos de la cocina que ofrecen una propuesta honesta, conceptual y brillante por derecho propio.
Reitero una vez más, que hay que estar pendientes de la tendencia culinaria que está imponiendo el destino top de México, Los Cabos. Un orgullo más que la Baja tiene para ofrecer al mundo.