El Gran Romance de Casa Madero
Un agradable calor se extiende por el cuerpo, suave, gentil y sensual, como si fuese un beso apasionado. Los aromas envuelven los sentidos, hay algo hechizante en ellos que invita a querer más, a seguir descubriéndolos, a dejarse envolver en ellos, mientras que un seductor color rojizo se roba las miradas más coquetas. Este es el efecto de la danza del romance sensorial que despiertan los vinos de Casa Madero en quienes los probamos, un romance entre la copa y nuestros sentidos, único, irrepetible, y que sólo los amantes de los vinos comprenden.
Cuando decimos que los vinos mejoran con los años, los de Casa Madero no tienen rival. Hablar de esta bodega es hablar de la historia de la primera y más antigua bodega de toda América, cuya larga experiencia empezó a forjarse en 1568 con la siembra de las primeras vides en el continente americano. Como todo un gran amor, requirió de tiempo, paciencia y dedicación para que floreciera, y fue en 1594 cuando se probó el primer vino mexicano, obra del conocimiento y dedicación de los jesuitas.
Fue así como se fundó la Hacienda San Lorenzo, llamada en honor a su fundador Don Lorenzo García, y que actualmente conocemos como Casa Madero. La Hacienda San Lorenzo se ubica en Parras, Coahuila, y como sus vinos, el casco de la hacienda ha logrado imponerse al paso de los siglos, y como si fueran libros donde se han escrito las páginas de la historia, sus gruesos muros parecen contarnos sobre los cientos de historias y momentos que han presenciado.
Además de vinos e historias contadas bajo la luz de las estrellas, Casa Madero tiene otro valioso tesoro esperando para recibirnos: su gastronomía. El chef diseña y prepara deliciosos menús creados especialmente para maridarnos con los vinos producidos con los enormes viñedos de la bodega.
De su talento creativo y sus manos inquietas, se crean maridajes excepcionales, y aunque parezcan ser de estilo tradicional o preparados con ingredientes sencillos, crean una explosión de sensaciones en maridaje con los vinos de la bodega. Imaginemos un platillo de coliflor en pipián, con una textura sedosa y de ligero picor, que resalta los sabores de la tierra, sus minerales, potencia y aromas del Gran Reserva Chardonnay. Resaltará en el maridaje su potencial de frescura y elegancia, percibiendo notas a fruta madura, frescura y un perfume floral.
Este vino también sabe delicioso con el platillo regional imperdible llamado Palomas, que son tacos de tortilla de harina hechas a mano, rellenas de ternera y bañadas en salsa verde cruda, en una interpretación del chef, que nos recuerda los sabores de una comida familiar, el calor de casa y a los seres queridos disfrutando alrededor de la mesa. Otra opción para maridar con este vino fabuloso, es con el Filete de Huachinango a la Meuniere de Cilantro.
Para darle un dulce cierre a esta experiencia gastronómica, el pay de queso con cerezas y chocolate sabe delicioso con Casa Madero Shiraz, o con un rico Brownie de Chocolate.
¡NOS VEMOS PRONTO CON MÁS PASIONES…!
CASA MADERO
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