LAMOLE; UN IMPECABLE CHIANTI CLASSICO EN LA TOSCANA
Chianti Classico es una de las regiones más famosas e importantes de Italia por la producción de grandes vinos, y una de las más distintivas, vírgenes y atmosféricas del mundo. Sus paisajes naturales y sus orgullosas ciudades, capaces durante siglos de encantar a generaciones de viajeros y artistas, fotógrafos y poetas, abarcan los territorios de 9 municipios, en las Provincias de Florencia (en la parte norte) y Siena (hacia el sur).
En el gran “mar” de arcilla que cubre toda la Toscana Central, Chianti Classico es una inesperada isla de piedras; las areniscas de los Apeninos y sus arenas quebradizas se mezclan en un complejo conglomerado subterráneo con las otras rocas mayores, como el “galestro” (un esquisto arcilloso, en bloques o partido en escamas) y la dura caliza blanca conocida como “alberese”. Para Sangiovese, que siempre ha sido la uva dominante en esa zona, esta policromía caótica es el paraíso. Sublimar esa ubicación excepcional en vinos igualmente complejos es la tarea que fascina a Lamole.
PERFUMES DE UN ANTIGUO ALDEA
La colina de Lamole es, en el cuadro general de Chianti Classico, un lugar aparte. Cortijos, abrevaderos, puentecitos y villas aisladas se enfrentan en acantilados cubiertos de madera, salpicados aquí y allá de terrazas, franjas de tierra arrancadas de los riscos. La mirada, desde lo alto de los viñedos, abraza un horizonte de amplitud maravillosa, como se mira hacia el ocaso; a finales de la primavera, mientras el viento esparce el perfume de los lirios y las aulagas en flor, y es cuando las vides también florecen.
LOS VIÑEDOS EN LA MOLE
Lamole, una aldea elevada del municipio de Greve en Chianti, se encuentra en la sección más al norte de Chianti Classico; sus viñedos más altos están a más de 650 metros sobre el nivel del mar, en el límite superior de Sangiovese en Toscana. Los suelos, que ofrecen muy buen drenaje, están formados por areniscas de color ocre, conocidas como “macigno toscano” (“canto toscano”) para subrayar su textura y peso; mezclados con ellos hay inserciones de alberese y galestro, y la mezcla de suelos que resulta es uno de los secretos de la plenitud de los tintos locales, que son perfumados y extremadamente elegantes, vigorosos y persistentes.
LAS TERRAZAS
Dando una prueba tangible de la relación del hombre con su entorno, las terrazas de Lamole cuentan una historia de fatiga, paciencia y coraje. Los kilómetros de muros de piedra seca, construidos a mano durante siglos con las rocas de la zona, tienen una función vital para las vides: además de proporcionar zonas de cultivo, limitan la erosión de la capa superior del suelo hacia el valle; reflejan la luz del sol durante el día, estimulando así la fotosíntesis de las vides; y retienen el calor, que luego devuelven por la noche.
En Lamole, el minucioso mantenimiento de esos preciosos muros es parte integral de la protección del campo: es un deber que en Lamole consideran un privilegio.
W. lamole.com