EL POTENTE EROTISMO CULINARIO EN MATILDA

Mancuerna de evidente talento y creatividad sembraron hace poco dos grandes exponentes de la gastronomía en San Miguel de Allende, Marcela Bolaño y Donnie Masterton, ambos propietarios de restaurantes referentes en esa ciudad, durante una velada llena de originalidad y novedad.

Esta vez, el par de emprendedores cocineros y restauranteros dejaron sus propios fogones para acudir, compartir y departir en escena, durante la que el destacado anfitrión Bruce James llamó la Cena Erótica de Matilda en su primera edición, que sin duda se convirtió en un clásico que llegó para quedarse en la agenda del icónico hotel.

La terraza y comedor interior de Moxi, insignia del buen comer dentro de la propiedad de moderno estilo contemporáneo y casi foro abierto al arte, debido a las constantes exposiciones que se montan en sus diversos espacios, dieron la bienvenida a estos talentos para diseñar y confeccionar un menú espectacular rociado con champaña, destilados y varios vinos extraordinarios.

Elementos e ingredientes que se distinguen por su referencia con la sensualidad y romance, como son los pétalos de rosa, ostras y fresquísimos mariscos; además de setas, espárragos, pimienta rosa, champaña, fresas y chocolate, estuvieron muy presentes en cada platillo creado con cierto acento considerado por ambos chefs como afrodisiaco.

El objetivo de este encuentro exclusivo de entusiastas comensales y foodies de corazón, fue recrear un ambiente impregnado de detalles sugestivos y llenos de erotismo que fue el tema principal del convivio culinario con toda la sana distancia y protocolos de salud rigurosamente controlados.

El menú comprendió dúo fresco de manjares de mar: un ostión de la Baja con mignonette de champaña, jengibre y echalote perfumado, con notas sutiles, frescas y a la vez especiadas, en compañía de un crudo de callo de hacha con fresas y fruta de la pasión bañadas con vinagreta de yuzu, aceite de cebollín y semillas de pimienta rosa local.

Les siguieron, unas setas rostizadas, perfumadas con emulsión de levadura, sobre tapenade de algas y yema pochada como acompañante.

Salmón sellado al sartén con glaseado de miso, pancetta y espárragos, fue el primero de los dos platos fuertes del menú que continuó con el tiempo más elogiado de la noche, que Marcela bautizó: ‘Como agua para chocolate, pero no chocolate’, una codorniz en salsa de pétalos de rosa con pepitas tostadas, fuera de serie.

Lo más contundente fue un filete mignon con hongos shiitake salteados en mantequilla de soya-tomillo.

El epílogo fue marcado por el postre ‘9 ½ semanas’. Unos plátanos congelados y cubiertas de chocolate, jalea de maní y polvo de matcha; fresas e con fondue de chocolate blanco y cardamomo; y el célebre cannoli relleno de crema batida de vainas de vainilla con bits de jengibre y cacao.

APASIONADO DEL BUEN VIVIR