Caviar, Montañas y Estilo de Vida: St. Moritz

Desde la ventana del tren –entre altos picos nevados, vibrantes valles verdes, pequeñas y pintorescas ciudades, ríos y cascadas– veo la encantadora ciudad de St. Moritz, con sus tradicionales tejados y frondosos bosques reflejados en las cristalinas aguas de su lago. Uno de sus bellos edificios destaca, sus delicados tonos beige contrastando con el bello cielo azul del verano en Suiza: el hermoso e histórico hotel Kulm, una joya donde pasé dos días de ensueño.

Después de pasar horas en el impactante spa del hotel – 2,000 metros cuadrados donde nos invaden aromas de madera de pino fina y vistas únicas sobre el lago St. Moritz nos inspiran a dejarnos ir y disfrutar del momento – disfruté de una cena excelente en Chesa al Parc.

Situado a la entrada del Parque Kulm, este maravilloso restaurante con su gran solárium combina la elegancia deportiva de St. Mortiz con encanto rústico y el lujo clásico del hotel Kulm. Seleccioné, entre su variedad de delicias suizas y platos internacionales, un delicioso risotto alla birra con queso azul y bresaola – un verdadero manjar. Chesa al Parc es una tradicional cabina de madera suiza, hogareña y autentica que nos sumerge en la excelencia culinaria de la rica gastronomía del país, en particular de esta región de montaña.

Al día siguiente tomé el Chaselllas chairlift con impactantes vistas panorámicas, elevándome lentamente sobre la ciudad, el lago y sus impactantes alrededores, para llegar al restaurante Trutz Hut, donde me esperaba una enorme terraza resplandeciente bajo un espléndido sol. Situado en un hermoso mirador con vistas a los lagos de la Alta Engadina, este restaurante de montaña con su relajado ambiente alpino me incitó a probar platillos tradicionales de la zona, su menú es una fusión de cocina suiza, austriaca e italiana.

Por la tarde, de regreso en el encantador centro de la ciudad, viví una experiencia única: una degustación de caviar y champagne. La tienda especializada Glattfelder es una institución de St. Moritz y lleva 80 años siendo sinónimo de buen café, té y caviar. La receta de su éxito ha sido una combinación de calidad, tradición y pasión. Nina Glattfelder me deleitó en sus increíbles productos, degustando conmigo diferentes tipos de caviar: beluga y ostreta. En la zona peatonal de St. Moritz puedo oler el aroma del café recién molido, que es casi tan legendario como el «Caviar Stübli» de esta tienda única.

Al caer la noche, con una fresca brisa que baja al valle de los altos picos de los Alpes, me dirigí hacia el restaurante Dal Mulin. Aquí me esperaba una cuidadosa selección de platillos con inspiración alpina, enamorándome una vez más de la increíble escena gastronómica de esta región de Suiza. Uno de ellos fue el tradicional Ros-Putin, que consiste de una base de papa llamada Rosti debajo de un fresco tártara de carne con crema fresca y caviar. Un espacio moderno, innovador y con excelente cocina, Dal Mulin cerró con broche de oro mi experiencia en esta encantadora ciudad.

St. Moritz es mucho más que una ciudad reconocida mundialmente por sus spas, más que un destino de deportes de invierno, más que un imán para innumerables celebridades, artistas y aristócratas… St. Moritz es un estilo de vida.

APASIONADA DEL BUEN VIVIR