
¿Lo ves? ¡Ahora no lo ves!
Vas a un restaurante de barrio, te gusta y cuando regresas, está cerrado. ¿Qué está pasando que los restaurantes abren y cierran, uno detrás de otro, y todos los años?
La inversión errónea: los inversores no tienen mejor idea que abrir un restaurante, sin conocimientos previos, la creencia de que es un negocio fácil, de que se gana dinero rápido y de que la mama sabe cocinar y con eso podemos salir adelante. Con estos argumentos ya empezó mal sus comienzos.
Sin estudio de mercado: como sabemos si se necesita un restaurante en la zona, como podemos saber el tipo de cocina que se demanda, que porciento de los que viven o pasan cerca del local pueden ser nuestro cliente potencial. Solo una empresa capacitada y certificada puede darte la respuesta a estas preguntas, ejecutando un estudio de mercado.
Las gallinas que entran por las que salen: suponiendo que eres un cocinero con experiencia, que tienes estudios y logros en empresas de éxito. Lo anterior no tiene nada que ver con gestionar una empresa de hostería y o de restauración, la selección de personal, la negociación con proveedores, control de costes, la implantación de sistemas de calidad, el marketing directo e indirecto, planificación de operaciones y eventos. Todo lo anterior es competencias de la dirección y administración de empresas de hostelería y nada tiene que ver con saber cocinar.
La mala relación entre la “calidad” y el precio: ya sabemos que la calidad es relativa pero, cuando un huevo frito esta frío, roto, las patatas llenas de aceite, el plato despostillado, se demora en salir de la cocina y el camarero te lo tira en la mesa con desprecio, ya no lo quieres ni reglado. Entonces quedamos que un plato bien confeccionado y bien servido, no será tan caro como uno mal confeccionado, por muy barato que sea.
Servicio inadecuado: la comida tarda una eternidad, los camareros no profesionales rematan la faena con una actitud descuidada y con falta de atención al detalle. Los ambientes estridentes y o ruidosos, falta de iluminación y otros muchos factores desagradables, que desde la ignorancia, se crean para ser diferentes al resto y en realidad los convierte en restos.
La gastronomía es como cualquier otro negocio, tienes que conocer para poder hacer, como el antiguo refrán, zapatero a tus zapatos. Hoy en día existes escuelas de gastronomía de deferentes niveles y hasta universidades. Seamos respetuosos con el cliente y con oficio.