Carmela y Sal, una Sinfonía de Sabores
La buena comida es una sinfonía de texturas, de sabores y de aromas dirigidas en armonía por el chef. Es del chef de quien depende que los ingredientes, muchas veces cotidianos, se transformen en una experiencia sublime, su ingenio es el responsable de trasladarnos a memorias de tiempos pasados, o de generar nuevos y agradables recuerdos, todos ligados al placer de comer. También es el talento del chef el que puede ser capaz de transformar el sabor de un ingrediente muy conocido y hacernos creer que se trata de otro totalmente diferente.
«Las creaciones de la chef Gabriela Ruiz son resultado de la influencia de los sabores de su tierra, Comalcalco, un lugar donde el cacao es el rey«.
Todo esto es lo que ha logrado hacer la chef Gabriela Ruiz del restaurante Carmela y Sal, quien, en sus bien llamadas Tostadas de mentiras, puso en práctica sus toques de alquimista para darle al coco un nuevo sabor y textura; o que con un toque especial transformó a las sencillas jícamas en una delicia con pesto de albahaca criolla, pistaches y uvas verdes.
Al igual que en la música, los platillos se sirven en un orden para disfrutarlos, y de forma que las cualidades de uno no opaquen las de los otros. Es por eso que en Carmela y Sal empezamos con el Preludio, con opciones como las tostadas de queso de hebra con salsa macha, ensalada verde y vinagreta de maracuyá.
Seguimos con el interludio, donde nos sorprende un ceviche de pescado preparado con leche de coco, camote amarillo y chile habanero; la exótica Tierra de luna, que son paquetitos de plátano macho rellenos de frijoles, salsa de tomate, crema de rancho y chicharrón; y un sope muy diferente, preparado con chicharrón prensado y pulpo.
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El clímax llega con un lechón de Navidad apto para todas las épocas del año; el risotto a la tumbada con róbalo, aguacate y ensalada verde; y el Short rib con chirmol, que es una salsa ahumada con suave picor, puré de plátano macho pasado, calabazas y cebollas encurtidas. Para el cierre, hace su aparición el Mostachón tropical, un merengue de nuez, cremoso de queso, piña, carambola y maracuyá.
Estas creaciones de la chef Gabriela son resultado de la influencia de los sabores de su tierra, Comalcalco, un lugar donde el cacao es el rey. Su exitosa carrera, en la que rescata los sabores y técnicas tradicionales, inició en los comales que tenía a su alcance cuando era niña.
En sus platillos, nos sorprende con la habilidad que tiene de usar los ingredientes más comunes de Tabasco y convertirlos en delicias irresistibles, como el plátano macho. Su talento la ha llevado a ser considerada como uno de los nuevos grandes talentos de la cocina mexicana, y ha impulsado a Carmela y Sal como una de las mejores ofertas gastronómicas del país.
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