Una Copa para Cada Ocasión

Descubrir qué tan diferente sabe y se siente un vino al tomarlo en una copa Riedel, es una experiencia que cambia la relación que se tiene con esta bebida adorada desde hace siglos. Estas copas funcionales y son hermosas por su diseño, y además son la herramienta para apreciar las cualidades del vino.

«Para tomar el primer trago, hay que recordar que el vino debe de ser bebido en pequeños sorbos».

Beber vino en una copa inadecuada o en vaso altera la percepción sensorial que tengamos del mismo, y la particularidad de Riedel radica en sus formas, diseñadas específicamente para cada tipo de uva, con lo que se dirige el vino a la correcta zona de sabor de la lengua, estimulando los receptores gustativos adecuados. Tomar vino no se limita a sentir sus embriagadores efectos corriendo por el cuerpo, en realidad, es un acto de descubrir y compartir una bebida que a lo largo de la historia ha adquirido tintes de divinidad, y con la que logramos afianzar amistades o entablar nuevas.

Desde hace más de dos siglos, Riedel fue la familia pionera en incursionar sobre el impacto del diseño en la percepción del vino, y fue en 1973 en Orvieto, Italia, en cooperación con la Asociación Italiana de Sommeliers, Claus J. Riedel  dio a conocer la primera serie gourmet  de cristalería especializada en el mundo, con 10 diferentes formas y tamaños de copa para diferentes vinos.

Con esta presentación se cambió el mundo del vino, y ha ido evolucionando sin dar marcha atrás, para finalmente posicionarse como la cristalería hecha a mano más exitosa y bella en el mundo. La clave de su éxito es simple: convertir al cristal en excelencia, y crear una copa para expresarse en totalidad las cualidades de la uva.

El que estén  laboradas con cristal incoloro y sin ningún tipo de decoraciones, es necesario para apreciar las cualidades visuales del vino como su color, claridad y consistencia.  Son copas sopladas a mano hasta su punto más delgado, con lo que se percibe la temperatura en el que se sirve de forma inmediata. El tamaño y forma están pensadas en influir la postura del cuerpo, mientras que el diámetro del cáliz determina la posición de la cabeza.

Para tomar el primer trago, hay que recordar que el vino debe de ser bebido en pequeños sorbos. Agitarlo en la copa libera sus cualidades aromáticas, es decir, aumenta el placer del bouquet que complementa la sensación en boca, y se aprecian mejor si la nariz se coloca en el centro de la copa, donde se concentran los aromas.

GALERIA

Entre los más de 200 diseños de copas Riedel está la copa Champagne; la copa Riesling, para vinos blancos ligeros de variedades como Riesling, Sauvignon Blanc y Verdejo; la copa Chardonnay, para vinos blancos potentes de variedades como  Chardonnay, Viognier y Marsanne, Chenin Blanc; la copa Oaked Chardonnay, para vinos blancos con crianza en barrica de madera variedades robustas. Para vinos tintos, están la copa Syrah; la copa Hermitage, para tintos robustos del nuevo mundo, la copa Pinot Noir y la copa Cabernet.

Las copas nunca se llenan hasta el borde, ya sea por cuestiones estéticas porque las despoja de su elegancia y parecen vasos de refresco, o ya sea por cuestiones de sabor. El espacio que queda vacío tiene una función, que es la de atrapar los aromas que se desprenden del vino, y permitir que la nariz los disfrute cada vez que se lleva la copa a los labios. Saber honrar con conocimientos y buenos modales al vino convierten al beber en un verdadero arte.

W. riedel.com

«Beber vino en una copa inadecuada o en vaso altera la percepción sensorial que tengamos del mismo».

APASIONADA DEL BUEN VIVIR